Se disfrazó de Papá Noel, fue a la casa de su ex y mató a toda la familia

Lo que tenía que ser una Nochebuena tranquila terminó en una de las matanzas familiares más estremecedoras de Estados Unidos. Pasadas las 23:30 del 24 de diciembre de 2008, una casa ubicada en East Meridian Avenue, en la ciudad de Covina, se convirtió en un infierno.

Mientras la familia Ortega festejaba la Navidad, un hombre vestido de Papá Noel tocó el timbre con un paquete en la mano. Una nena de ocho años abrió la puerta. No hubo tiempo para festejos: el atacante sacó un arma y empezó a disparar sin parar, indicó TN.

Minutos de horror
Dentro de la casa se desató el caos. Adultos, jóvenes y chicos intentaron escapar o esconderse mientras el agresor recorría los ambientes a los tiros. En total, nueve personas fueron asesinadas.

Las víctimas fueron: Alice Sotomayor Ortega (70), Joseph S. Ortega (79), Sylvia Ortega Pardo (43), Charles Ortega (50), Cheri Lynn Ortega (45), James Ortega (52), Teresa Ortega (52), Alicia Ortega Ortiz (46) y Michael Andre Ortiz (17).

Tras la balacera, el hombre prendió fuego la vivienda. Las llamas avanzaron rápido y el techo terminó colapsando. Cuando llegaron los bomberos, el incendio estaba fuera de control y recién después de más de una hora pudieron apagarlo. Recién entonces lograron ingresar por los cuerpos.

Quién era el atacante
De las 25 personas que estaban en la casa esa noche, 16 lograron escapar con vida, algunos heridos. Uno de ellos dio aviso a la Policía del condado de Los Ángeles, que montó un operativo urgente ante el temor de que el agresor atacara de nuevo.

Con el correr de las horas, los investigadores ataron cabos. El tirador conocía la casa y a todos los presentes. Finalmente fue identificado: se trataba de Bruce Jeffrey Pardo, ingeniero de 45 años y exmarido de Sylvia Ortega, una de las víctimas.

El divorcio había sido conflictivo. Según la causa, Pardo sabía que su exesposa pasaría la Navidad con su familia y planificó el ataque durante semanas. Alquiló el traje de Papá Noel, juntó armas, más de 200 balas y armó un dispositivo incendiario casero, similar a un lanzallamas.

El final
La madrugada del 25 de diciembre, la búsqueda terminó en la ciudad de Sylmar, al norte de Los Ángeles. En la casa de su hermano, la Policía encontró a Pardo muerto, con un disparo en la cabeza. Se había suicidado.

En el lugar hallaron el auto alquilado, restos del disfraz, armas y municiones que coincidían con las usadas en la masacre. La autopsia confirmó que nadie le disparó: no hubo enfrentamiento.

El móvil
La investigación reveló que Pardo atravesaba una situación límite: había perdido el trabajo, tenía deudas importantes y debía afrontar pagos económicos tras el divorcio. Familiares contaron que estaba aislado y lleno de resentimiento.


Para la fiscalía, el crimen fue premeditado y cometido en soledad. En enero de 2009, el expediente se cerró sin imputaciones.