Santiago Bausili, presidente de la institución monetaria, ya habría comunicado la decisión a los bancos, anticipando la circulación de dos nuevos billetes en marzo.

Sin embargo, la elección de las denominaciones presenta un desafío, ya que inicialmente se consideraron billetes de 5.000 y 10.000 pesos, pero ahora se especula con la posibilidad de emitir uno de 20.000 y otro de 50.000 pesos.

A pesar de la urgencia, el Banco Central enfrenta dos importantes obstáculos. En primer lugar, la escalada de precios complica la decisión sobre las denominaciones a imprimir. La segunda dificultad radica en que la Casa de la Moneda, encargada de la producción de los billetes, aún no cuenta con un presidente designado tras la renuncia de Ángel Elettore. Actualmente, el organismo está temporalmente bajo la responsabilidad de dos directoras designadas por el Gobierno anterior: Cristina Tchintian, representante del BCRA, y Marina Pecar, representante del Ministerio de Defensa.

En este contexto, la Casa de la Moneda, que actualmente concentra sus esfuerzos en la impresión de billetes de 1.000 y 2.000 pesos, se enfrenta a la posibilidad de tener que importar los nuevos billetes, un proceso que no solo implica demoras significativas, sino también costos elevados. La situación plantea un desafío logístico y financiero para el Banco Central en medio de un escenario económico marcado por la inflación y la incertidumbre.