'No hay trabajo': la guerra con Hamás golpea la economía de Israel
Los economistas prevén una fuerte contracción y un aumento del déficit público ante el temor de que se prolongue el conflicto.
Antes de que estallara la guerra entre Israel y Hamás , la fábrica de Jeremy Welfeld en la ciudad israelí de Emek Hefer producía 50.000 litros de cerveza al mes, mientras que a sus 14 restaurantes repartidos por todo el país acudían a diario miles de clientes. En las dos semanas transcurridas desde el estallido del conflicto, los negocios de Welfeld se han paralizado.
La fábrica de cerveza ha frenado su producción; 12 de sus 14 restaurantes están cerrados y en uno de los dos que permanecen abiertos sólo entraron cinco personas durante la hora del almuerzo del jueves. "En un día normal hay entre 50 y 150 personas.
¿Se puede abrir un restaurante en estas circunstancias?
No puedo permitírmelo. Desconozco cómo va a evolucionar todo esto, pero puede que acabe con la empresa", lamenta. Mientras el país intenta recuperarse tras el ataque más mortífero en su territorio el 7 de octubre, con las calles semivacías , el comercio de las empresas se ha desplomado. En Israel, la guerra ha golpeado a un país cuya economía ha prosperado, a pesar de sus décadas de conflicto con los palestinos, mientras que la Cisjordania ocupada y la Gaza cercada llevan mucho tiempo sumidas en la pobreza y con un elevado índice de desempleo.
La conmoción inicial por el ataque de Hamás del 7 de octubre obligó a cerrar bares y restaurantes en Israel y a cancelar cientos de vuelos . Una movilización sin precedentes de reservistas militares (unos 360.000 han sido llamados a filas) ha dejado sin personal a las empresas que siguen abiertas. El lanzamiento de cohetes desde Gaza y las crecientes tensiones con Hezbolá en Líbano han obligado a evacuar amplias zonas en las fronteras norte y sur.
La guerra estalló después de que Hamás, el grupo militante palestino, derribara las barreras de seguridad alrededor de Gaza y lanzara un ataque en el sur de Israel en el que murieron más de 1400 personas, según las autoridades israelíes. Israel respondió bombardeando Gaza y cortando el suministro de agua, combustible y electricidad a la franja, lo que llevó a los funcionarios de la ONU a advertir sobre una catastrófica crisis humanitaria.
El asalto israelí a Gaza, controlada por Hamás, ha matado a más de 4700 personas, según las autoridades sanitarias palestinas. También ha desatado temores de que el conflicto se extienda por la región. La guerra y las tensiones regionales han sacudido los mercados israelíes. El índice TA-35 ha retrocedido un 9% y el shekel se cambia por debajo de 4 por dólar , ya que los inversores apuestan por un conflicto prolongado con grandes repercusiones económicas. El precio de los seguros de la deuda pública israelí se ha disparado. Guy Beit-Or, economista jefe de Psagot Investment House , cree que las consecuencias podrían ser peores que el enfrentamiento que Israel mantuvo durante un mes con Hezbolá en 2006 y que la producción podría contraerse hasta un 2% o un 3% entre el tercer y el cuarto trimestres . "Nos enfrentamos a una larga operación, que tendrá graves consecuencias para la economía israelí. La gente está cancelando vacaciones, fiestas, eventos y se queda en casa. Los niños no van a clase, así que mucha gente no puede trabajar".
Las escuelas de todo Israel han optado por la enseñanza a distancia. En el sector servicios, la situación es complicada. En una semana normal, Nina Mizrahi, taxista del norte de Israel, realizaba entre 20 y 40 viajes al día. En la última semana, ha hecho una media de uno. "No hay trabajo. No sé cómo van a seguir adelante las pequeñas empresas", reconoce. El turismo también se ha resentido, justo cuando comienza la tradicional temporada alta de octubre a diciembre.
Ganit Peleg, presidente de la Asociación de Guías Turísticos de Israel , asegura que se han cancelado algunos viajes hasta dentro de dos años, ante el temor de que una invasión de Gaza pudiera provocar un conflicto en toda la región. En las zonas del sur de Israel próximas a Gaza que más sufrieron el asalto de Hamás, la paralización de la economía es más evidente. Antes del conflicto, Sderot tenía 30.000 habitantes.
Esta semana era una ciudad fantasma, ya que más del 90% de su población ha sido evacuada, las tiendas están cerradas y los semáforos parpadean permanentemente en ambar. A medida que se ha ido conociendo la magnitud del impacto, han aumentado las peticiones de ayuda al Gobierno. El jueves, el ministro de Economía, Bezalel Smotrich, anunció un plan para ayudar a las empresas cuyos ingresos se hayan visto afectados a cubrir sus gastos fijos, así como ayudas para los trabajadores que no puedan ir a trabajar . El Banco Central también ha intervenido, anunciando la semana pasada que vendería hasta 30.000 millones de reservas en dólares para apuntalar el shekel .
Sin embargo, Rafi Gozlan, economista jefe de IBI Investment House, asegura que, dado que la proporción de la deuda en relación con la producción nacional se sitúa en el nivel más bajo, alrededor del 60% y el banco central acumula unos 200.000 millones de dólares de reservas de divisas, Israel ha iniciado el conflicto en mejores condiciones que en ocasiones anteriores. Aunque Israel ha librado múltiples guerras en sus 75 años de historia, su economía siempre se ha recuperado.
Erel Margalit, fundador de la empresa de capital riesgo Jerusalem Venture Partners, afirmó que, aunque los inversores se habían hecho muchas preguntas sobre el conflicto, la actividad en el potente sector tecnológico se ha mantenido. "Creamos la industria de alta tecnología cuando teníamos problemas de seguridad", explica. Jon Medved, CEO de OurCrowd , un vehículo de inversión colectiva con sede en Jerusalén, también aseguró que espera que la economía se recupere. Incluso en medio de la agitación, algunos trabajadores del sector tecnológico están volviendo al trabajo. "La gente tendrá que volver, por descabellado que sea lo que voy a decir, a una cierta normalidad", afirmó Ariel Cohen, CEO de la start-up de gastos corporativos Navan. " Volver a trabajar es muy importante . Alguien tendrá que pagar esta guerra", añadió. Welfeld, sin embargo, se muestra más cauteloso.
Por ahora, intenta vivir el día. "Espero que la semana que viene podamos volver y abrir algunos de nuestros restaurantes y ver qué pasa. Pero es complicado. Porque tengo la sensación de que este pequeño espectáculo en el que estamos metidos va para largo".