Cambio y continuidad en la política argentina
El historiador Fernand Braudel distinguía tres tiempos históricos. En primer lugar, el corto, el del día a día, el de los sucesos cotidianos, registrados por el periodista o el cronista. En segundo lugar, el tiempo medio: el coyuntural que agrupa varios hechos; el tiempo de una vida, por ejemplo. Y, por último, el largo tiempo, el estructural, que no se modifica por los hechos del día ni por la coyuntura, es el que permanece por varias generaciones.
Los cambios largos son difíciles de determinar en su inicio y finalidad, y muchas veces son imperceptibles para quienes los transcurren. Circulan por debajo de lo que vemos y percibimos y son los más profundos.
¿Un cambio de época?
Traemos al análisis estas ideas porque desde el mundo de la política se repite, una y otra vez, que estamos frente a un cambio de época, cuya nave insignia sería el batacazo electoral a nivel nacional de una fuerza nueva que lo representaría.
Por ello las clásicas ideas de Braudel, con mucha influencia en el estudio de la historia, nos pueden resultar operativas para intentar contextualizar el presente y tratar de determinar si estamos frente a un fenómeno de esa naturaleza. Es que la política no escapa a las fuerzas de la historia: lo nuevo convive con lo viejo y con lo reciclado y, en el camino, algunas cosas van quedando atrás.
Los procesos políticos son una interacción entre cambio y continuidad, donde aparecen, cada tanto, fenómenos inesperados.Cisnes negros, como los bautizó Nassim Taleb, los cuales nos ufanamos en explicar luego de que ocurren. Lo cierto es que estos últimos parecen ser la excepción más que la regla.Direcciones opuestasLo acontecido en agosto fue un hecho impredecible, que expresó electoralmente el desencanto de la sociedad y su necesidad de respuestas creíbles a sus problemas.
Pero, ajustando la lupa, las votaciones provinciales y municipales no reflejaron lo mismo. Respaldaron buenas o sobrias gestiones y, quizá, por estos motivos no se orientaron a explorar nuevas alternativas con el vigor que lo hicieron luego a nivel nacional, el pasado agosto.
¿Cómo explicar cada una?
Las provinciales transitaron, y parecen seguir así, los habituales carriles de la política argentina sin mucho sobresalto. Las Paso fueron disruptivas.Pero fue la misma ciudadanía la que votó distinto en las diferentes jurisdicciones: fue conservadora y audaz al mismo tiempo. Entonces, ¿cómo calibrar con seguridad a lo que estamos asistiendo?.
Si el cambio es tal, ¿qué profundidad o extensión podría tener? Por otra parte, la arquitectura institucional, con las renovaciones parciales cada dos años de las cámaras legislativas, está pensada para dar estabilidad a un sistema republicano democrático que debe expresar la voluntad popular, pero que al mismo tiempo debe evitar cambios abruptos que sometan a constante zozobra al sistema político.
Cuestión de tiempo, las conversaciones de la calle muestran malestar junto con una necesidad de cambio que tendría que estar dado por la estabilidad económica, por perspectivas hacia el futuro y por una corrección de las asimetrías sociales y educativas que surgieron como consecuencia del largo letargo argentino. Los próximos meses responderán al interrogante de si estamos frente al inicio de un proceso totalmente inédito con un pronóstico desconocido, o ante una transformación que pueda ser procesada de modo razonable y democrático por el sistema político argentino, con las vicisitudes propias de un ciclo que se mueve entre los parámetros del cambio y la continuidad.