Pilar Gómez, un hachero de 39 años que vivía en el paraje "Aguada Blanca", a unos 3 kilómetros al oeste del obraje Curupay de Río Piedras, departamento de Metán, fue entrevistado por El Tribuno en el hospital de Metán en 1974, luego de haber sido atacado por el Ucumar.

Gómez relató que la noche del 21 de mayo de 1974, mientras cenaba en el patio de su rancho, sintió un ruido sordo a su lado y dos fuertes brazos lo tomaron por la espalda. "El animal tenía una fuerza terrible y con el miedo que yo tenía, solo atiné a darme cuenta que se trataba de un animal salvaje de cuerpo parecido a un humano, con brazos peludos como los osos", dijo.

El  Ucumar lo mordió en la mano izquierda y le cortó la oreja del lado derecho. También lo lastimó en las manos y los brazos. Gómez logró escapar del ataque y se subió a una tala cercana con su machete, donde pasó toda la noche hasta que ya de madrugada, con la cabeza y las manos sangrando, llegó al obraje Curupay.

Parte médico

En el Hospital Nuestra Señora del Carmen, los profesionales médicos confirmaron las lesiones de Gómez, que incluían la pérdida de la parte superior de la oreja derecha, la destrucción de partes blandas y hueso en el dedo medio de la mano izquierda, y una herida contusa cortante en el dedo índice.

Investigación policial

La policía de Metán abrió una investigación sobre el hecho, pero nunca se dieron a conocer los resultados. El paradero actual de Pilar Gómez es desconocido.

El Ucumar: una leyenda que persiste

El Ucumar es una criatura legendaria de la región del noroeste argentino, que se describe como un ser humanoide de gran tamaño, con pelaje oscuro y ojos rojos. Se dice que habita en las zonas boscosas de las provincias de Salta, Jujuy y Tucumán.

A lo largo de los años, ha habido numerosos relatos de personas que afirman haber visto al Ucumar. Sin embargo, no hay pruebas científicas que confirmen la existencia de esta criatura.

Creer o reventar

La historia de Pilar Gómez es un nuevo capítulo en la leyenda del Ucumar. Creer o no en su testimonio es una cuestión de fe personal. Lo que sí es cierto es que esta historia nos recuerda la riqueza de la cultura popular argentina y la fascinación que siempre han tenido los seres humanos por lo desconocido.